sábado, 6 de septiembre de 2008

La leyenda del corazón cocinado

Existen otros amantes, aparte de Diego de Marcilla e Isabel de Segura.
Hoy nos ocuparemos de Guillermo de Cabestán y donna Soremonda de Tarascón, es decir: "de la leyenda del corazón devorado".
Precisamente fue Bocaccio en su "Decamerón" quien se ocupó de recopilar esta leyenda en uno de sus cuentos, que no es otro, que el que precede al de "Girómalo e Salvestra" que para muchos no deja de ser la historia de los Amantes de Teruel, pero en versión italiana.



Pero centrémonos ahora en la leyenda del corazón cocinado, la misma que narra como un marido celoso hila una venganza contra su esposa, supuéstamente adúltera, para terminar dándole a comer el corazón guisado de quién cree su amante.
Guillem de Cabestan era un caballero de la región del Rosellón, que ejercía de trovador ocasional para Soremonda. De alguna manera al marido, castellano de una fortaleza, llegó la sospecha de esta ilícita relación. Tanteó a su esposa lanzándole sutiles indirectas y estudiando detenidamente sus reacciones. Hasta que Raimón de Castell, que así ha pasado a la historia, acabó convencido de que efectivamente su mujer amaba a Guillem de Cabestan.
Fue entonces cuando dio orden a unos de sus mesnaderos de que lo asesinaran. Él mismo decapitó su cabeza y extrajo el corazón de su cuerpo, después regresó al castillo y dio el corazón al cocinero para que lo aderezase de la mejor manera que supiera. Llegada la hora de cenar, Ramón de Castell sirvió el plato a su mujer, que lo comió con delectación. Cuando terminó, Ramón de Castell le preguntó: “¿Sabes qué es lo que has comido?”. A lo que ella, extrañada por la pregunta, respondió: “No, sino que era el plato más exquisito que he probado nunca”.



Él le descubrió entonces que aquello que acababa de comer era el corazón de Guillem de Cabestan, y, para demostrarlo, mandó traer la cabeza cortada. Al verla, Saurimonda casi perdió el sentido, pero, reuniendo todas sus fuerzas, dijo a su marido: “Señor, me habéis dado tan buena carne que nunca jamás comeré de otra”. Cuando Ramón de Castell escuchó esto enfureció y se dirigió con la espada en la mano hacia su esposa, quien corrió hacia una ventana y se arrojó al vacio.
Este mito se fijó en la literatura cortés de la Edad Media tras una selección y asimilación de remotas historias clásicas, convirtiéndose en un motivo favorito de los escritores medievales. Leyenda que acabó integrándose EL LIBRO DEL CASTELLANO DE COUCY , lo que ha permitido que llegura a nuestros dias.

No hay comentarios: