La historia que se narra en "La promesa del Almogávar" parte de la conocida leyenda histórica de "Los amantes de Teruel": a comienzos del siglo XIII, dos jóvenes turolenses, Diego de Marcilla e Isabel de Segura, se enamoran perdidamente y deciden comprometerse en matrimonio. Sin embargo, Don Pedro, padre de Isabel, no acepta otorgarle la mano de su hija a un joven "segundón sin derecho a herencia". Diego le pide entonces a su "suegro" una tregua de 5 años de duración, periodo de tiempo en el cual se compromete a reunir 30.000 sueldos que le serán entregados a éste como dote matrimonial. Don Pedro acepta la propuesta del joven pretendiente y por ese motivo, Diego decide marchar a la guerra para poder cumplir así su compromiso.
"La promesa del Almogávar" comienza cuando Marcilla parte hacia Montpelier, en compañía de su amigo Joaquín, para unirse a La Nueva Cruzada, proclamada por el Papa Inocencio III e iniciada con objeto de acabar con la herejía albigense o cátara, que parece estar bastante extendida en algunas zonas de la Corona de Aragón. Para tratar de reducir su influencia, se produce una concentración del ejército cruzado en el País de la lengua de Oc, situado al nordeste de los Pirineos, lugar al que intentan llegar los dos amigos.
Al principio, Diego y Joaquín inician el viaje algo perdidos y desorientados, hasta que por fin se unen a una partida de mercenarios almogávares, comandada por Juan Pablo del Pobo, que se dirigen al mismo destino. Así, ambos participan como soldados de fortuna en la brutal masacre de Beziers, en la cual las tropas al mando del abad Almaric y de Simón de Monfort llegan a "asesinar" a más de 20.000 personas (sin hacer distinción alguna entre "herejes" y cristianos), y también en el largo asedio a la ciudad de Carcasona, que concluye con una espectacular ejecución masiva: todos aquellos que se niegan a abjurar de su fe en la doctrina albigense son condenados a arder en la hoguera, acusados de herejía.
Posteriormente, Diego y Joaquín intentan ganarse la vida llevando a cabo una serie de encargos ("mandalexos"), que hacen siempre a cambio de una importante suma de dinero, pero que cumplen siempre a medias o mal.
La novela termina justo en el momento en el cual el joven amante regresa a Teruel. Los hechos acaecidos después son de sobra conocidos: Diego llega a la villa de Teruel justo en plena celebración de la boda de Isabel con un miembro de los Azagra. Cuando los dos amantes se reencuentran, el joven le pide un beso a su amada, pero ésta se lo niega ya que le debe obediencia a su marido. Diego cae al suelo fulminado y muere en ese mismo momento. El día del entierro, Isabel besa los labios del amante fallecido y seguidamente la joven amante se desploma sin vida sobre el cadáver.
Por tanto, "La promesa del Almogávar" trata de dar respuesta a una serie de cuestiones sobre Marcilla que no aparecen en la leyenda "oficial": ¿Dónde estuvo Diego durante tan largo periodo de ausencia? ¿En qué batallas luchó? ¿Qué peripecias protagonizó? ¿Cómo logró conseguir tan espectacular fortuna? ¿Consiguió serle fiel a su enamorada durante esos cinco años de ausencia?
Francisco Oliver añade además un epílogo muy interesante y bastante esclarecedor, en el cual afirma además que la leyenda de "Los amantes de Teruel" no se quedó tan sólo en un fenómeno local sino que esta trágica historia llegó a traspasar nuestras fronteras. Es verdad que Oliver Jarque encuentra referencias de la misma en una obra tan "española" como "El Quijote" de Cervantes, pero también descubre coincidencias argumentales y de personajes, más o menos veladas, en obras de autores europeos tan importantes cómo "El Decamerón" de Boccacio o "La Divina Comedia" de Dante.
Todas las novelas de contenido histórico (y más las relacionadas con lo esotérico-medieval) corren el riesgo de no saber encontrar el equilibrio adecuado entre la labor de documentación que este tipo de libros requiere y lo puramente novelesco; entre el rigor histórico y el ingrediente de aventura que un género cómo éste exige. Así, "Los pilares de la Tierra" por ejemplo sería un buen ejemplo, pienso yo, de un libro en el cual ambos elementos se encuentran perfectamente ensamblados, de tal modo que ninguno se "come" al otro.
La labor de investigación de Francisco Oliver para escribir "La promesa del Almogávar" no sólo ha sido ardua y rigurosa, sino que demuestra además el gusto del autor por hablarnos sobre un periodo histórico que le apasiona. Por otro lado, la narración de las peripecias de Diego, que en un principio lucha como mercenario almogávar en los ejércitos papales contra los herejes para después ponerse al servicio de la resistencia cátara, resultan bastante entretenidas, se siguen con interés. Oliver ha sabido diseñar un personaje atractivo, que "cae bien", y al que apetece acompañar en las diversas singladuras que va participando. Sin embargo, ambos niveles -el de documentación y el imaginativo- no reciben, desde mi punto de vista, un tratamiento parejo.
En muchas ocasiones, las intenciones divulgativas del autor rompen un poco la agilidad de la narración. Aunque los datos que aporta resultan siempre de enorme interés, a mí al menos me provocan también una enorme impaciencia.
Pienso también que quizá éste sea un libro para "fans" convencidos del tema en cuestión: la historia del exterminio de los seguidores de la doctrina cátara aragonesa por parte de la Iglesia, la relación de ésta con el Santo Grial, la Orden del Temple, en qué consistían realmente sus creencias, rituales y símbolos de la "herejía" cátara, el modo en como la Iglesia oficial se apropia de mitos paganos y los hace suyos (La leyenda del Apóstol Santiago, por ejemplo), etc. Una serie de temas que han llegado a formar en la actualidad un género propio, con múltiples seguidores. Quizá estos lectores puedan disfrutarlo algo más en ese sentido. Opino que el autor aporta a veces demasiada información y que esto provoca que la acción se quede detenida un tiempo o lo que lo mismo: que la narración no avance con la celeridad que una historia de aventuras medievales de estas características requería.
Sin embargo, sí me parece justo señalar que Oliver Jarque aporta muchas novedades y aclara muchas cosas en relación a los temas antes mencionados. No es un problema de falta de credibilidad ni de incoherencia, sino de ritmo; de saber integrar un poco mejor toda esa enorme cantidad de información dentro de una trama novelesca que sí que me parece apasionante. De hecho, las diferentes odiseas protagonizadas por Diego son lo suficientemente interesantes como para que la lectura de este libro haya merecido la pena. Para nada, la he vivido como una pérdida de tiempo. Pero, insisto, es posible que los aficionados al género medieval-esotérico lo disfruten mucho más y sepan sacarle mucho más partido.
Joseph B Macgregor
(Colaborador de "La Rosa de los Vientos", crítico de literatura, de cíne y de música).
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