Queda un año para poder recordar el 800 aniversario de la conquista de Beziers.
Y con ello, del inicio de la Cruzada Albigense.
En julio de 1209 los Cruzados asediaron dicha ciudad, partidas más o menos desorganizadas de mercenarios (ribauds) abrieron una via de entrada. La ciudad fue arrasada y su población entera pasada por las armas.
No fue casual, ya estaba decidido con anterioridad:
"Los barones de Francia y de los alrededores de París... convinieron entre ellos que en cada villa fortificada, ante la cual se presentara el ejército y se negara a rendirse, tras el asalto final todos sus habitantes deberían ser pasados a cuchillo... Por esta razón fueron asesinados en masa todos los habitantes de Béziers; se acabó con todos y todavía no les bastaba: nada pudo salvarlos, ni la cruz ni el altar, ni el crucifijo... Dios acoja sus almas, si así lo desea, en su paraíso..." (Guillermo de Tudela)
Cuando los cruzados preguntaron al Legado del Papa, monseñor Arnault Almaric, cómo distinguir a herejes de ortodoxos, se cuenta que pronunció una frase en la que no todos los historiadores se ponen de acuerdo sobre su autenticidad, pero que resume muy bien el espíritu de la Cruzada: "Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos"
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